Este es el tipo de libro que todos deberían escribir para honrar su voz. Una mirada al pasado da sentido a todo y motiva a dar las gracias a cada persona, sin excepción, porque todos tenemos un judas que nos traiciona, pero le da un sentido profundo a nuestra existencia.
Lo dije en diferentes círculos de conversación: “Nadie es consciente
acerca de qué palabras pronuncia por las cuales será recordado siempre”. Así
llegué a la conclusión de que: “Nadie debería guardar silencio ni ahorrar
palabras porque no sabe cuáles transformarán o iluminarán el día de alguien,
despertándole de algún inconveniente letargo”.
El poder de las palabras es innegable y no tienen que ser escuchadas de un
maestro espiritual o de un renombrado orador para que estas surtan efecto. En
verdad nadie es por completo consciente de aquellas palabras específicas y muy
personales quizá, capaces de despertar, motivar, transformar y mostrar un
conveniente rumbo a alguien.
Quizá he dejado de hacer cosas al no escuchar las palabras que quería, en
parte porque desde niño asimilé que nada de lo que hiciera era importante para alguien
más, hasta que entendí que lo que yo hacía al menos era suficiente para mí. Hoy
por hoy ya no tengo nada qué probar ni nada para defender porque mi tarea es
ser quien yo soy y expresar mi verdad sin importar la crítica de quienes no se
atreven a mejorarse a sí mismos ni a ser un buen ejemplo para alguien.
No soy perfecto y hay muchas cosas por aprender, pero mi experiencia como
tal puede inspirar a otros y soy consciente de esa responsabilidad. Para la
transformación no hay atajos y cada evento que ocurre en mi vida es el combustible
para los siguientes pasos por dar en el camino.
Estoy feliz de
estar vivo, a pesar de que estoy a disgusto con las situaciones deprimentes que
afronta este mundo, gracias a que siempre me inclino a ver el lado bueno de
todo cuanto acontece conmigo y gracias también a que no he perdido la fe en
esta humanidad.
Incluso
volvería a nacer por estos lares del universo en una próxima vida porque es
obvio que falta mucho trabajo por hacer por aquí, pero entiendo perfectamente a
quienes están tan hastiados que no volverían a poner un pie en este planeta
porque lo que se aprecia es muy desmoralizador.
Mi fe en la
humanidad quedó manifiesta en mi voluntad de ayudar a mi madre a publicar su
obra pedagógica pensada para impartir educación sexual desde el hogar y la
escuela, al amparo de la Fundación Semillas para un Mundo Mejor, fe que también
quedó manifiesta en mi labor como escritor en función de esa misma obra, todo
con el fin de reforzar lo urgente, necesario e importante de impartir educación
sexual en todo el mundo en forma ineludible, permanente, secuencial y oportuna.
Con mis
parientes mantengo una relación distante porque crecí al margen de su
presencia, incluso de mis hermanos, por cuenta de la dinámica de mi infancia y
adolescencia, pero sentí el llamado a explicarles las razones de mi lejanía, no
solo geográfica, y les escribí y compartí mi octavo libro “Honrando mis
raíces” para que supieran las razones de mi práctica del no apego y
descubrieran que no hay reclamos ni agravios ni rencores sino gratitud y, en el
menor de los casos, conocimiento y comprensión de sus propias heridas.
Me siento
sumamente a gusto con mi actividad económica en torno al ecosistema electrónico
de Colombia porque al mirar en retrospectiva es obvio que tengo el perfil
idóneo para desarrollarla como el Exfuncionario DIAN que soy, por la experiencia
administrativa y financiera que adquirí al lado de contadores, aunque haya sido
en otro país, y especialmente gracias a mi rol como usuario en el inicio de la
facturación electrónica en Chile, mi segunda patria.
Acerca de
amigos y colegas solo tengo gratos recuerdos y amistades sólidas que han
sobrevivido al paso del tiempo, a la distancia geográfica y a los distintos
caminos que todos fuimos tomando, y algunas de estas amistades son muy
significativas porque han sido pilares en las distintas etapas de mi vida y lo
siguen siendo.
Relativo a mi
actitud hacia la diversión me inclino por el senderismo y las caminatas al aire
libre por mi deseo quizá inconsciente de conectar con la energía de los
entornos naturales, pero también me gustan ciertas actividades citadinas como
salir a bailar porque lo disfruto mucho y no me imagino bailando en medio del
silencio o con los sonidos de la naturaleza. La ciudad también tiene lo suyo.
Me siento a
gusto con mis convicciones en todos los aspectos de mi desarrollo personal y no
me incomodan las expresiones culturales o espirituales propias de otras
colectividades siempre que no me las impongan y siempre que no atenten contra
la integridad moral y física de otras personas. Respecto de otros grupos, otras
razas, otras religiones y otras concepciones del mundo, soy receptivo,
respetuoso y comprensivo.
En síntesis, me
siento a gusto conmigo mismo y con mi vida a pesar de que soy consciente de que
mi situación podría ser mejor en varios ámbitos, como también podría ser mejor
y más agradable el mundo, pero considero que estoy bien encaminado y sé que
puedo aspirar a mayores niveles de satisfacción personal.
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